La película, protagonizada por un excelente Jim Carrey, eesta claramente vinculada con los reality shows que abundan en nuestras pantallas, pero el paralelismo que se establece con uno de ellos es brutal: Gran Hermano. El programa, que debe su nombre al libro 1949 de George Orwell es toda una oda a la manipulación y deja en evidencia hasta que punto aceptamos la realidad tal como se nos presenta, como diria Cristof.
Cada día se emiten resúmenes, se celebran 2 galas semanales, incluso disponemos de un canal 24h para poder observar todo lo que ocurre en la casa, dónde conviven unas 16 personas aproximadamente de todos los puntos del país. Ellos viven una realidad completamente distinta a la exterior, no disponen de ningún tipo de información y hasta el más mínimo detalle está preparado para ser monetizado a toda costa y sin importar sus sentimientos. La semejanza es tal con El show de Truman, que la única diferencia apreciable es que ellos sí saben que existe un mundo exterior.
La verdad es que el programa es todo un éxito y no para de cosechar audiencias muy favorables, así que yo me pregunto: ¿Es ésta la televisión que queremos? ¿Hasta dónde vamos a llegar? El poder comunicativo que tiene la televisión hoy en día es abismal, hecho que la convierte en una gran fuente de ingresos económicos que algunos no están dispuestos a desaprovechar aunque ello comporte humillar a los propios concursantes o una emisión masiva de contenido de cuestionable calidad, que poco a poco va haciendo mella en la sociedad deteriorándola en su totalidad. Me resulta bastante triste que pudiendo emitir programas que realmente aporten un valor añadido nos limitemos a aceptar éste tipo de televisión, pero también tenemos que plantearnos qué parte de culpa tenemos nosotros. En la era de la comunicación y la información en la que vivimos, ¿para qué íbamos a querer informarnos a través de la televisión si podemos reírnos, opinar e incluso entrometernos en vidas ajenas?. Me acuerdo del accidente del avión de Germanwings, o el de los atentados en Bruselas, en los que la cadena optó por dar cobertura a semejantes catástrofes y del aluvión de quejas que recibió por ello:
El show de Truman se anticipó a todo ésto.
Otro punto que me llamó la atención del film fue su enfoque de la publicidad: Ya que la vida de Truman se emite 24h al día, 365 días al año, no hay cortes publicitarios, así que los personajes anuncian los productos mirando a cámara y mientras los usan, una publicidad encubierta muy habitual hoy en día tanto en realitys como en series y películas. Además, al ser un programa de éxito mundial en el mundo real, la ropa, las casas, todo lo que se usa en el programa está en venta para generar ingresos. La película, además de “predecir” el futuro de la televisión y su impacto en la sociedad, también es un homenaje al mito de la caverna de Platón.
Lo cierto es que tanto el final como el transcurso de la película dan mucho que pensar qué es lo que realmente conocemos y que no, hacia dónde estamos dirigiéndonos y el enorme poder de la información que tanto abunda hoy en día.